Pedro Almodóvar ofrece en Volver (2006), multipremiada tragicomedia femenina, uno de los personajes más poderosos de nuestro cine. Por varias razones. Madre joven y trabajadora, Raimunda no solo ha hecho historia por convertir a Penélope Cruz -que encontró todos los ángulos de un personaje escrito para ella- en la primera actriz española nominada al Oscar. Esa luchadora de extrarradio, herida por un secreto sin cómplice y tan intensa como frágil, también se instala en nuestra memoria colectiva por otros motivos. El primero, su compleja (que no complicada) naturaleza, llena de matices y alzada a partir de las emociones más intensas. El segundo, su condición de síntesis de todas las mujeres y, por extensión, de las obsesiones (en positivo) de uno de los directores clave del cine español. Dice Pedro Almodóvar que Raimunda "pertenece a la misma estirpe que el personaje de Carmen Maura en ¡Qué he hecho yo para merecer esto? (1984), una fuerza de la naturaleza que no se arredra ante nada". Cierto. Encarnada con entrega por Cruz, a quien el autor ya dirigió en Carne trémula (1997) y en la oscarizada Todo sobre mi madre (1999), la protagonista de Volver remite a aquella ama de casa en constante lucha contra los elementos. Pero no solo a ella. Es la suma perfecta de las grandes damas que pueblan la obra del director de Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980): tan manchega como su autor, Raimunda es rotunda y vulnerable, víctima e imbatible, madre, hija, hermana y objeto de deseo.
Dice Penélope Cruz que decidió ser actriz a los trece años, al salir, profundamente emocionada, de una proyección de Átame (1991). Y decidió ser actriz para trabajar con Pedro Almodóvar. Estaban predestinados. "Cuando ruedo con Pedro -confiesa Cruz- me siento protegida. Exige mucho pero también da mucho a cambio. No deja nada al azar y al mismo tiempo explota tu lado más espontáneo". Ambos se dieron un atracón de cine italiano de los cincuenta. "Las heroíanas del cine español siempre han sido reducidas a la caricatura -explicaba el realizador-. En Italia los personajes femeninos están anclados a la realidad y son muy bellos". De ahí que, para crear a Raimunda, tomara como modelo a actrices que encarnaran esa actitud fuerte y terrenal. El homenaje se hace explícito con la cita a Bellísima (Luchino Visconti, 1951), donde Anna Magnani se erige como máxima expresión de la maternidad.
En Volver, Pedro Almodóvar practica lo que él denomina "naturalismo surreal". La sensualidad cotidiana y visceral de Raimunda se ve obligada a convivir con los muertos, a hablar con su fantasmal madre, Irene (Carmen Maura), y así enfrentarse a los secretos que han oscurecido en su vida. Penélope Cruz siempre se siente más cómoda entre la voluptuosidad de la carne y el hueso, de todo aquello que puede tocarse y expresarse: desde Jamón, jamón (Bigas Lunas, 1992) hasta No te muevas (Sergio Castillito, 2004), pasando por La niña de tus ojos (Fernando Trueba, 1998), ella es la Madre Tierra. Por eso, cuando aparece en pantalla para cantar el tango de Carlos Gardel, aflamencado por la voz de Estrella Morente, satura de vida la retina del espectador. Poco importa que la Academia de Hollywood se decidiera por Helen Mirren. Da la sensación de que, mientras interpretaba a Raimunda, Penélope Cruz sabía perfectamente que ese era el papel de su vida. Ella es, ahora mismo, la verdadera Reina del cine español.
LA "MAGGIORATA" HISPÁNICA
Almodóvar quería que Raimunda tuviera el look de la Sophia Loren más asilvestrada, a medio pulir. A ella -y a otras italianas exuberantes como Silvana Mangano, Anna Magnani, Claudia Cardinale y Gina Lollobrigida- remiten las rebecas y faldas estrechas que luce Cruz, sus moños despeinados y un culo respingón que no es más que una prótesis.
LA "MAGGIORATA" HISPÁNICA
Almodóvar quería que Raimunda tuviera el look de la Sophia Loren más asilvestrada, a medio pulir. A ella -y a otras italianas exuberantes como Silvana Mangano, Anna Magnani, Claudia Cardinale y Gina Lollobrigida- remiten las rebecas y faldas estrechas que luce Cruz, sus moños despeinados y un culo respingón que no es más que una prótesis.
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