"Tonto es el que hace tonterías". He aquí el eslogan que puso de
moda una oscarizada película que repasaba, con fina ironía, la historia
reciente de los Estados Unidos. Fue de los primeros intentos de Zemeckis
por librarse de la etiqueta de director de cine de género. Contrató a Tom
Hanks, que ya había demostrado su fuerza dramática en Philadelphia (Jonathan
Demme, 1993), aunque en la fase de preproducción compitió contra
candidatos como Nicolas Cage y Sean Penn. Naturalmente, Hanks funciona
mejor en el apartado payaso que en el de tocar la fibra sensible del respetable.
El film le sirvió al actor para ganar su segundo Oscar, recibir lecciones
de interpretación gratis de Gary Sinise y Sally Field, y (lo mejor) aprender algo
de política. "Documentándome sobre ese periodo histórico -dijo-, tengo
una nuevavisiónsobre mi país y he descubierto cosas que desconocía".
SECUELA, NO
Lo bueno de los escritores
satíricos es eso, que no conocen
ni a su padre a la hora de dar caña. Winston Groom, autor de la novela Forrest Gump,escribió una
continuación, Gump and co., en la que parodiaba a Zemeckis, Hanks y a Hollywood en general. Esta es una de las razones de que nadie haya querido filmar la secuela.
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