Las imágenes de pavor dejan, sin lugar a dudas, una marca indeleble que ningún otro estímulo puede provocarnos, ya sea feliz, trágico o emocionalmente. El miedo es una experiencia es una experiencia terriblemente íntima, como la sexualidad. Por eso el cine de terror está, en el fondo, tan cerca del pornográfico: ambos buscan respuestas directas, no mediatizadas ni condicionadas. En su más bella expresión (es decir, no en la vida cotidiana, donde tememos cosas de lo más vulgares), el miedo es también profundamente irracional. En realidad, acaba convirtiéndose en nuestro último vínculo con la irracionalidad una vez que nos hemos convertido en adultos racionales.
El consumo de cine de terror es una práctica privada, donde el aficionado encara sus miedos más íntimos con la misma sinceridad con la que el espectador de cine pornográfico da rienda suelta a sus deseos más ocultos. Y eso explica la captatio benevolentiae de esta selección de películas: la confesión íntima asegura la complicidad inmediata de los que disfrutan viendo y leyendo relatos de miedo. Como los alcohólicos anónimos, los aficionados se reconocen mutuamente a partir de esa declaración de principios que consiste en confesar el primer trauma o la primera tentación. Generalmente, y a diferencia del alcohol, las drogas o el sexo, aquí no hay rehabilitación posible.
Disfrutar con el miedo es un deporte que precisa iniciación y muchas horas de entrenamiento. Hay que asumir su sentido hedonista, su carácter de terapéutico ejercicio físico y psicológico, su innegable valor catártico. Todos hemos tenido, tenemos y tendremos la sensación de contemplar las películas de terror como alguna otra cosa, como un discurso sociopolítico o un síntoma freudiano, y es cierto que un buen puñado de títulos nos lo ponen bien fácil para caminar por esa dirección. Y, sin embargo, el podería de una película de terror no radica en lo que significa, sino en lo que, física y literalmente, es: podemos leer e interpretar al vampiro, al monstruo, al zombie o al psicópata de la sierra mecánica, pero estos siempre se erigirán desafiantes a nuestro esfuerzo intelectivo, a nuestro desesperado intento por comprenderlos. Su reino no es de este mundo. Nunca podremos integrarlos, sólo confiar en des-integrarlos tras pasar una deliciosa y dolorosa ordalía, una ceremonia de liberación que no tiene parangón entre las posibles relaciones establecidas entre una películas y sus espectadores.
El consumo de cine de terror es una práctica privada, donde el aficionado encara sus miedos más íntimos con la misma sinceridad con la que el espectador de cine pornográfico da rienda suelta a sus deseos más ocultos. Y eso explica la captatio benevolentiae de esta selección de películas: la confesión íntima asegura la complicidad inmediata de los que disfrutan viendo y leyendo relatos de miedo. Como los alcohólicos anónimos, los aficionados se reconocen mutuamente a partir de esa declaración de principios que consiste en confesar el primer trauma o la primera tentación. Generalmente, y a diferencia del alcohol, las drogas o el sexo, aquí no hay rehabilitación posible.
Disfrutar con el miedo es un deporte que precisa iniciación y muchas horas de entrenamiento. Hay que asumir su sentido hedonista, su carácter de terapéutico ejercicio físico y psicológico, su innegable valor catártico. Todos hemos tenido, tenemos y tendremos la sensación de contemplar las películas de terror como alguna otra cosa, como un discurso sociopolítico o un síntoma freudiano, y es cierto que un buen puñado de títulos nos lo ponen bien fácil para caminar por esa dirección. Y, sin embargo, el podería de una película de terror no radica en lo que significa, sino en lo que, física y literalmente, es: podemos leer e interpretar al vampiro, al monstruo, al zombie o al psicópata de la sierra mecánica, pero estos siempre se erigirán desafiantes a nuestro esfuerzo intelectivo, a nuestro desesperado intento por comprenderlos. Su reino no es de este mundo. Nunca podremos integrarlos, sólo confiar en des-integrarlos tras pasar una deliciosa y dolorosa ordalía, una ceremonia de liberación que no tiene parangón entre las posibles relaciones establecidas entre una películas y sus espectadores.
► LOS ORÍGENES: el terror mudo (→)
- El gabinete del doctor Caligari (Robert Wiene, 1920)
- El Golem (Paul Wegener y Carl Boese, 1920)
- El hombre y la bestia (John S. Robertson, 1920)
- Häxan: La brujería a través de los tiempos (Benjamin Christensen, 1922)
- Nosferatu, el vampiro (F. W. Murnau, 1922)
- El fantasma de la Ópera (Rupert Julian, 1925)
- El estudiante de Praga (Henrik Galeen, 1926)
- Garras humanas (Tod Browning, 1927)
- El legado tenebroso (Paul Leni, 1927)
- Vampyr, la bruja vampiro (Carl Theodor Dreyer, 1932)
► UNIVERSAL: institucionalización de los mitos clásicos (→)
- Drácula (Tod Browning y Karl Freund, 1931)
- El Doctor Frankenstein (James Whale, 1931)
- La momia (Karl Freund, 1932)
- Satanás (Edgar G. Ulmer, 1934)
- La novia de Frankenstein (James Whale, 1935)
► LOS ALBORES DE LA MODERNIDAD: los nuevos monstruos (→)
- M, el vampiro de Düsseldorf (Fritz Lang, 1931)
- El hombre y el monstruo (Rouben Mamoulian, 1931)
- La legión de los hombres sin alma (Victor Halperin, 1932)
- El malvado Zaroff (Ernest B. Schoedsack e Irving Pichel, 1932)
- La máscara de Fu Manchú (Charles Brabin, 1932)
- La parada de los monstruos (Freaks) (Tod Browning, 1932)
- King Kong (Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, 1933)
- Las manos de Orlac (Karl Freund, 1935)
- La marca del vampiro (Tod Browning, 1935)
► VAL LEWTON: el terror hecho poesía
- La mujer pantera (Jacques Tourneur, 1942)
- Yo anduve con un zombie (Jacques Touneur, 1943)
- La isla de la muerte (Mark Robson, 1945)
- El ladrón de cadáveres (Robert Wise, 1945)
► El monstruo está dentro de nosotros
- La bestia con cinco dedos (Robert Florey, 1946)
- Las diabólicas (H. G. Clouzot)
- La noche del cazador (Charles Laughton)
- El cebo (Ladislao Vajda, 1958)
- La sangre del vampiro (Henry Cass, 1958)
- El testamento del doctor Cordelier (Jean Renoir, 1959)
- Los ojos sin rostro (George Franju, 1960)
- El fotógrafo del pánico (Michael Powell, 1960)
- Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960)
- Suspense (Jack Clayton, 1961)
- Repulsión (Roman Polanski, 1965)
► HAMMER: la renovación de los mitos clásicos
- La maldición de Frankenstein (Terence Fisher, 1957)
- Drácula (Terence Fisher, 1958)
- La venganza de Frankenstein (Terence Fisher, 1958)
- El perro de Baskerville (Terence Fisher, 1959)
- Las novias de Drácula (Terence Fisher,1960)
- La maldición del Hombre Lobo (Terence Fisher, 1961)
- El beso del vampiro (Don Sharp, 1963)
- La leyenda de Vandorf (la medusa) (La Gorgona) (Terence Fisher,1964)
- Drácula, Príncipe de las tinieblas (Terence Fisher,1966)
- El cerebro de Frankenstein (Terence Fisher,1969)
- Dr. Jekyll y su hermana Hyde (Roy Ward Baker, 1971)
► ITALIA: el horror y la belleza
- La máscara del demonio (Mario Bava, 1960)
- El horrible secreto del doctor Hichcock (Riccardo Freda, 1962)
- El cuerpo y el látigo (Mario Bava, 1963)
- Las tres caras del miedo (Mario Bava y Salvatore Billitteri, 1963)
- Terror en el espacio (Mario Bava, 1965)
- Operazione paura (Mario Bava, 1966)
- El diablo se lleva los muertos (Mario Bava y Alfredo Leone, 1974)
► OTROS "BRITISH HORRORS"
- Al morir la noche (A. Cavalcanti, Charles Crichton, Basil Dearden y Robert Hamer, 1945)
- La noche del demonio (Jacques Tourneur, 1957)
- Arde, bruja, arde (Night of the Eagle) (Sidney Hayers, 1962)
- El sabor del miedo (Seth Holt, 1961)
► EL TERROR DE OJOS RASGADOS
- El más allá (Masaki Kobayashi, 1964)
- Onibaba (Kaneto Shindô, 1964)
► "FANTATERROR" ESPAÑOL
- La torre de los siete jorobados (Edgar Neville, 1944)
- La marca del hombre lobo (Enrique López Eguiluz, 1968)
- La residencia (Narciso Ibáñez Serrador, 1969)
- Pánico en el Transiberiano (Eugenio Martín, 1972)
- No profanar el sueño de los muertos (Jorge Grau, 1974)
► NUEVO CONTINENTE, NUEVAS MIRADAS
- El enigma de otro mundo (Christian Nyby, 1951)
- La caída de la casa Usher (Roger Corman, 1960)
- El carnaval de las almas (Herk Harvey, 1962)
- ¿Qué fue de Baby Jane? (Robert Aldrich, 1962)
- La mansión encantada (Robert Wise, 1963)
- Los pájaros (Alfred Hitchcock, 1963)
- La máscara de la muerte roja (Roger Corman, 1964)
- El otro (Robert Mulligan, 1972)
► DESMITIFICACIÓN Y MODERNIDAD
- El baile de los vampiros (Roman Polanski, 1967)
- La noche de los muertos vivientes (George A. Romero, 1968)
- Historias extraordinarias (Federico Fellini, Louis Malle, Roger Vadim, 1968)
- La semilla del diablo (Roman Polanski, 1968)
- El exorcista (William Friedkin, 1973)
- El hombre de mimbre (The Wicker Man, Robin Hardy, 1973)
- La leyenda de la mansión del infierno (John Hough, 1973)
- La matanza de Texas (Tobe Hooper, 1974)
- Tiburón (Steven Spielberg, 1975)
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