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domingo, 29 de diciembre de 2013

LOS SETENTA - La última película


TÍTULO ORIGINAL: The Last Picture Show
AÑO: 1971
DURACIÓN: 118 minutos
PAÍS: Estados Unidos
DIRECTOR: Peter Bogdanovich
GUIÓN: Larry McMurty y Peter Bogdanovich,
basado en la novela de McMurty
PRODUCCIÓN: BBS/Last Picture Show
(Stephen J. Friedman)
FOTOGRAFÍA: Robert Surtees (blanco y negro)
MONTAJE: Donn Cambern
DIRECCIÓN ARTÍSTICA: Walter Scott Herndon
MÚSICA: Varias grabaciones de los años 50
INTÉRPRETES: Timothy Bottoms (Sonny Crawford), Jeff Bridges (Duane Jackson),Cybill Shepherd (Jacy Farrow), Ben Johnson (Sam El León), Cloris Leachman (Ruth Popper), Ellen Burstyn (Lois Farrow)
GÉNERO: drama // años 50 / vida rural / adolescencia




ARGUMENTO

Año 1951. Anarene es un pequeño pueblo de Texas condenado a la decadencia y el olvido en el que vive una galería de sufridores: Billy, el introvertido huérfano sordomudo del que todos se ríen, que pasa del día barriendo las polvorientas calles como un autómata; Sam "el León", un viejo cowboy que en su senectud regenta los oscuros billares y el desconchado cine de la localidad donde se proyectan antiguos clásicos; Genevive, la camarera de vuelta de todo condenada a pasarse la vida sirviendo hamburguesas a su escasa y hambrienta clientela; Lois Farrow, la amargada esposa casada con el petrolero rico de la zona, cuya única hija, Jacy, experimenta una vida desordenada en lo relativo a los placeres carnales tratando de evitar el tedio amoroso de su progenitora; y Ruth, la infeliz esposa del entrenador del equipo de fútbol del instituto, condenada a la soledad y la depresión crónica de la menopausia. Alrededor de este elenco de perdedores se mueven Sonny y su amigo Duane, dos adolescentes sin ningún porvenir que, sin embargo, conservan una gran amistad y una visión descontaminada de la vida. Sonny canaliza su educación sentimental en la figura de Sam, al que reconoce como su mentor, mientras se ocupa de Billy como si fuese su hermano. Duane trabaja como pocero y sueña con casarse algún día con su novia, Jacy Farrow, sin sospechar que para la caprichosa joven él es sólo un divertimento pasajero.

Un buen día, Sonny comienza una relación furtiva con Ruth, la mujer del entrenador, veinte años mayor que él. Mientras la aventura dura, el muchacho se siente feliz, aunque consciente de su evanescencia. Las cosas se complican cuando Sam muere repentinamente y Jacy abandona a Duane de forma caprichosa para liarse con otro joven con más futuro. Entonces la sensual rubia engatusa a un embobado Sonny hasta conseguir casarse con él en secreto como medida de rebeldía contra la voluntad de sus padres. El episodio, además de la desesperanza de Ruth, genera una pelea entre los dos amigos que solo se saldará cuando tiempo después acudan juntos a ver la última película que el cine proyecta antes de su anunciado cierre, justo el día anterior a la marcha de Duane a la guerra de Corea. El mundo parece desmoronarse para Sonny cuando un desgraciado atropello acaba con la vida de Billy. Confuso y maltrecho emocionalmente, no es capaz de huir del pueblo y termina encaminando sus pasos hacia la casa de Ruth en busca del perdón y el cariño que un día tuvo.



COMENTARIO

Peter Bogdanovich (Nueva York, 1939) es, además de responsable de una veintena de largometrajes entre los que se halan algunos de estimable calidad, un cinéfilo compulsivo que ha escrito algunos de los ensayos pedagógicos de mayor difusión en torno a la obra de realizadores admirados como John Ford o Howard Hawks. Hijo de un matrimonio entre serbio y austriaca huido del nazismo, en los 50 se desmpeñó como actor de teatro y televisión, programador de películas en el MOMA y crítico de cine. Su gran oportunidad se la dio Roger Corman al producirle su primer film, Viaje al planeta de las mujeres prehistóricas (Voyage to the Planet of Prehistoric Women, 1967). Su posterior maduración en el oficio se confirma en El héroe anda suelto (1968), pero su consagración como cineasta se la debe, sin ninguna duda, a su siguiente trabajo: La última película. Esta se filmó en once semanas en la ciudad natal de McMurtry (Archer City), que inspiró el libro, en un ambiente tenso en el que el realizador se relacionaba exclusivamente con los actores desatendiendo al resto del equipo. El montaje lo llevó a cabo el propio Bogdanovich trabajando durante seis meses en su casa de California, pero, no queriendo acaparar protagonismo en los créditos, el realizador adjudicó este mérito al montador Donn Cambern, a pesar de que únicamente se había ocupado de unos retoques finales.

La última película es, ante todo, un hermoso film poético arrollador en su propuesta emocional.  El tratamiento fotográfico en blanco y negro, unido a la brillante puesta en escena de corte naturalista que Bogdanovich emplea, arropa muy bien la mirada crepuscular que orquesta sus imágenes. Si se resiente en el plano argumental, ello se debe únicamente a su obligada condensación del material literario original y su renuncia a casi media hora de metraje por exigencia de sus productores. Sin embargo, su diáspora de tramas no supone merma alguna para que el aparente folletín de personajes que disecciona trascienda hasta convertirse en una bella metáfora de la América previa a la guerra fría. Más allá de su condición de drama bien dirigido, el tiempo ha macerado el film, viéndose ahora como una certera radiografía audiovisual sobre el tránsito hacia la madurez y un ejemplo de lo que el Nuevo Hollywood proponía como alternativa al cine pretérito.

Es justo adjudicar una gran parte de sus méritos al trabajo actoral, un aspecto que el director estimuló mucho durante el rodaje, consciente de la delgada línea que separa la verdad del esperpento. Todos ellos, sin excepción, se elevan por encima de lo que los pulsos dramáticos de sus escenas exigen para regalar, con la ayuda de Bogdanovich, momentos inolvidables al espectador: el montaje de cortes que arma el striptease de Jacy en el trampolín de la piscina, la instintiva reacción de Sonny ante la absurda y cruel muerte de su amigo Billy rodada en plano secuencia, o la lírica historia que Sam relata a su pupilo con el lago protagonista de fondo -brillantemente reforzada por un elegante travelling de avance y retroceso- son ejemplos representativos de un film trufado de aciertos formales.

En el plano tematico, La última película homenajea la cinefilia clásica tan del agrado de su responsable al utilizar el cine de la localidad como el último paraíso perdido de la inocencia. La proyección de Río Rojo (Red River, Howard Hawks, 1948) que comparten los dos protagonistas antes de su separación y la clausura definitiva del local son utilizadas como una representación simbólica de un tiempo extinto que ya nunca volverá. Dejada atrás la dulzura de la juventud, el mundo adulto se presenta agridulce y complejo: las relaciones sexuales plenas no proporcionan la felicidad anhelada y el compromiso no es un equivalente del amor. Además de conseguir tres BAFTA, una decena de premios internacionales y dos Oscar, las críticas que recibió fueron excelentes. Fue el comienzo de Cybill Shepherd en el cine y el catalizador para su relación sentimental con Bogdanovich. Atendiendo al resto del reparto, muchas de las entonces jóvenes promesas del cine independiente -Timothy Bottoms, Ellen Burstyn y Jeff Bridges- encontraron en La última película una oportunidad para hacer despegar sus carreras.

Fue el actor Sal Mineo quien aconsejó a Bogdanovich que leyera el libro homónimo escrito por Larry McMurtry, sin sospechar que finalmente el propio escritor de la novela sería co-guionista de la versión cinematográfica, necesariamente menos densa que la literaria al condensar su acción dramática en un año trascurrido entre 1951 y 1952. La rica banda sonora empleada se abasteció exclusivamente de música de la época y fue utilizada siempre, por orden de Bogdanovich, de forma diegética. Orson Welles sugirió a Bogdanovich que, para obtener mayor profundidad de campo, rodara el film en blanco y negro, lo que además ayudaría a mejorar las interpretaciones y reflejar el tono lánguido de la historia.

domingo, 25 de agosto de 2013

LOS SETENTA - Malas tierras

TÍTULO ORIGINAL: Badlands
AÑO: 1973
DURACIÓN: 93 minutos
PAÍS: Estados Unidos
DIRECTOR: Terrence Malick
GUIÓN: Terrence Malick
PRODUCCIÓN: Badlands Company,
Jill Jakes Production, Pressman-Williams
FOTOGRAFÍA: Tak Fujimoto,
Stevan Larner, Brian Probyn
MONTAJE: Robert Estrin
DIRECCIÓN ARTÍSTICA: Jack Fisk
MÚSICA: George Tipton
INTÉRPRETES: Martin Sheen (Kit), Sissy Spacek (Holly), Warren Oates (padre), Ramon Bieri (Cato), Alan Vint (ayudante), Gary Littlejohn (sheriff), John Carter (rico), Bryan Montgomery (chico), Gail Threlkeld (chica), Charles Fitzpatrick (dependiente), Howard Ragsdale (Boss), John Womack Jr. (Trooper), Dona Baldwin (criada)
GÉNERO: drama // cine independiente USA / vida rural / años 50, crimen / basado en hechos reales / road movie / película de culto


ARGUMENTO

Kit es un joven algo rebelde que trabaja como basurero en una aburrida población norteamericana. Harto de recoger cubos, deja su labor momentáneamente para dar una vuelta. Durante su paseo conoce a Holly, una adolescente que se encuentra en el jardín de su casa. Después de hablar con ella durante un rato, ambos acuerdan verse otra vez. Tras esa primera cita, Kit perderá su trabajo como recogedor de basuras y conseguirá otro en un matadero. A la vez, el veinteañero comienza a ver asiduamente a Holly. Todo va bien hasta que el padre de la chica, un viudo dedicado a pintar carteles, se entera de la relación que mantiene el joven con su hija. Será entonces cuando el progenitor le haga saber a Kit que quiere que se aleje de Holly. Este hace caso omiso del aviso y se introduce en la casa de su novia mientras ella y su padre se encuentran fuera. Sin embargo, ambos llegan de improviso a su hogar y descubren a Kit. El padre decide llamar a la policía, pero, antes de que pueda hacerlo, el chico le matará de un disparo. Tras grabar un disco donde asume el asesinato del padre y anunciar que él y Holly se van a suicidar, quema la casa del padre de su novia. Los jóvenes huirán del lugar para refugiarse en el campo, donde construyen una casa en un árbol. No pasará mucho tiempo hasta que unos cazarrecompensas descubran su paradero. Tras liquidarlos, Kit y Holly reemprenderán su huida por tierras cada vez más baldías, donde dejarán todo un reguero de sangre a su paso. Durante este periplo, la relación entre ambos se irá poco a poco deteriorando.



COMENTARIO

El film entronca con cierta obsesión del denominado Nuevo Cine Americano, movimiento en el que podemos encuadrar a Terrence Malick, por abordar road movies de parejas que se encuentran al margen de la ley. Así, entre finales de los sesenta y a lo largo de los setenta, nos encontramos con llargometrajes como Bonnie y Clyde (Arthur Penn, 1967), Los asesinos de la luna de miel (Honeymoon Killers, Leonard Kastle, 1969), Loca Evasión (The Sugarland Express, 1974) o Días de cielo (Days of Heaven, 1978), dirigida por el propio Malick, que demuestran la simpatía de los directores americanos por los amantes criminales. No obstante, podemos encontrar antecedentes de esta pequeña tendencia en dos clásicos de serie B como El demonio de las armas (Gun Crazy, Joseph H Lewis, 1950) y Los amantes de la noche (They Live by Night, Nicholas Ray, 1949).

Graduado en Filosofía por las universidades de Oxford y Harvard, periodista freelance y guionista de títulos como Drive, He said (Jack Nicholson, 1971), Deadhead Miles (Vernon Zimmerman, 1972) y Los indeseables (Pocket Money, Stuart Rosenberg, 1972), Terrence Malick tuvo la oportunidad de dirigir su primer film, Malas Tierras, en 1973. El gran éxito crítio de la cinta le permitió rodar Días del cielo, un largometraje de laborioso rodaje y que le llevaría dos años montar. El realizador se retiraría de la dirección cinematográfica tras acabar esta cinta. Un silencio que rompería dos décadas más tarde con la producción bélica La delgada línea roja (The Thin Red Line, 1998) a la que siguen El Nuevo Mundo (The New World, 2005) y El árbol de la vida (The Tree of Life, 2011).

Malick nos ofrece en Malas tierras un espléndido retrato de dos jóvenes que se han creado un universo particular dentro de un mundo real. Kit es un hombre que se cree ser más de lo que realmente es y ve las cosas de un modo realmente peculiar. Así lo demuestra en la confesión del asesinato del padre de Holly, que registra en un disco, o en los consejos a los jóvenes que graba en un dictáfono cuando entra a robar en casa de un hombre rico. Poco a poco, Malick nos va mostrando su enloquecimiento y ese espíritu infantil que parece anidar en el joven. Él será el que propondrá enterrar efectos personales suyos y de Molly para que puedan ser desenterrados muchos años más tarde o el que atará una caja con pertencencias de ambos a un gran globo rojo. No menos adolescente resulta la idea de construir una casa en un árbol. Kit encontrará en la violencia la única manera de salvaguardar ese peculiar universo que habitan él y su novia. Por su parte, Holly, una adolescente huérfana de madre, encuentra en Kit toda la atención que no le prestan ni si padre ni los chicos de la escuela. Esa es la razón por la que no pone ninguna resistencia cuando el joven la anima a fugarse después del asesinato de su progenitor. Sin embargo, poco a poco, la chica se percatará de que lo que parecía excitante está lleno de sinsabores. A través de su propia voz en off nos damos cuenta de su evolución personal. El entusiasmo que la joven siente al principio de su huida se torna pronto en desilusión cuando la comida empieza a escasear y los territorios que visitan son casi desérticos. A la vez, Holly se hará poco a poco consciente de la locura de Kit, un hombre de gatillo fácil que dispara sin miramientos. A modo de resumen, podríamos decir que la chica madurará poco a poco durante su huida, mientras que el joven irá adentrándose más y más en territorios más alejados de la realidad.

Malick utiliza de manera prodigiosa el paisaje para transmitir los sentimientos de los personajes. De esta manera, los verdes y casi bucólicos escenarios donde la pareja vive sus primeros escarceos amorosos se convierten, poco a poco, en tierra baldía cuando su relación comienza a resquebrajarse. El realizador saca también oro de sus dos actores protagonistas. Martin Sheen resulta muy apropiado como ese joven que parede imbuido del espíritu de los personajes que encarnará James Dean. Pese a ser un asesino, el intérprete norteamericano consigue que Kit resulte casi entrañable por cierta pureza casi infantil que exuda por todos los poros. Por su parte, Sissy Spacek logra transmitir ese desconcierto de una jovencita que se ve superada por las circunstancias.

Malas tierras fue bien recibida por la crítica, aunque fracasó en la taquilla norteamericana. En el ámbito de los certámenes cinematográficos, el film se alzó con la Concha de Oro al mejor director en el Festival de San Sebastián, mientras que Martin Sheen fue galardonado con el premio al mejor actor. En 1993, el largometraje fue seleccionado por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos para ser preservado por el United States National Film Registry, al ser considerado "cultural, histórica y estéticamente significativo". 

  La trama de Malas tierras está inspirada libremente en el caso real de Charles Starkweather y Caril Fugate, una pareja de jóvenes que en 1958 se embarcó en una espiral de asesinatos que horrorizó a todo Estados Unidos. El nombre del film procede de las zonas desérticas de Montana y Dakota del Sur que los dos protagonistas recorren en la película y que se conocen popularmente como las Badlands, el título original del largometraje. Las andanzas de la pareja de jóvenes han servido también como base de una película de escaso presupuesto, Stark Raving Mad (George F. Hood, 1983), y de un telefilme, Marcado por la rabia (Murder in the Heartland, Robert Markowitz, 1993).
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