Minnie Marx, esposa de un modesto sastre judío, tuvo cinco hijos: Leonard (Chico), Adolph (Harpo), Julius (Groucho), Milton (Gummo) y Herbert (Zeppo), a quienes encarriló hacia el mundo del espectáculo. Los hermanos mayores se ganaron la vida en el vodevil, hasta que Gummo se retiró para dedicarse a los negocios. Lo sustituyó Zeppo.
La fama que el cuarteto se labró en los escenarios les valió un contrato de la Paramount. En 1929 debutaron en el cine con Los cuatro cocos (The Cocoanuts, Robert Florey y Joseph Santley, 1929), a la que siguieron otros cuatro largometrajes. El último en el seno de esta productora, Sopa de ganso (Duck Soup, Leo McCarey, 1933), representó el cénit de su carrera en su conceptción de un humor absurdo y descontrolado, donde cabían desde los dardos verbales que lanzaba Groucho hasta el gag puramente visual al que se dedicaba Harpo. Zeppo también se apeó del grupo después de este film. Se cansó de su insípido rol de chico bueno que podía asumir cualquier otro actor de nombre y rostro olvidables. El traslado a la Metro no les sentó bien a los tres Marx restantes. Los productores intentaron domar su anarquía encorsetándolos en estructuras más convencionales, que siempre incluían la inevitable historieta romántica, sin contar los soporíferos interludios musicales de Harpo y Chico. Pero más allá de estos elementos prescindibles, en la quincena de películas que protagonizaron los Marx siempre brillará su humor libérrimo difícil de concebir en nuestros tiempos de correción política.
CONTRAPUNTO FEMENINO
Las películas de los Marx no serían las mismas sin Margaret Dumont, ni esta actriz hubiera pasado a la posteridad sin sus papeles en siete de las películas de los alocados hermanos. La Dumont se convirtió en el objetivo preferido de los chistes misóginos y políticamente incorrectos de Groucho, que ella siempre encaraba con la mayor dignidad posible.
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