lunes, 22 de julio de 2013

PERSONAJES: Susan Vance

Coronada como una de las mejores actrices dramáticas de los primeros treinta, y así lo atestigua el Oscar por Gloria de un día (Lowell Sherman, 1933), Katharine Hepburn necesitó rodar trece películas antes de firmar su primera comedia como protagonista. Buena parte de la culpa la tuvo Howard Hawks, que se empeñó en tenerla a sus órdenes en La fiera de mi niña (Bringing Up Baby, 1938), rotundo fracaso de taquilla -la Hepburn fue obligada por la RKO a recomprar su contrato- que sin embargo ayudó a la intérprete norteamericana a convencer a propios y extraños de su capacidad para cambiar de registro de manera radical.


Hepburn consiguió que su álter ego cómico, la Susan Vance que vuelve loco, en el buen sentido, al formal paleontólogo Dr. David Huxley (espléndido Cary Grant), creara escuela como chica atractiva, imprevisible, hiperactiva y anárquica, el reverso desternillante y vitalista de la mujer fatal del cine negro. Howard Hawks dirigió más screwball comedies (o comedias alocadas basadas en una fulgurante rapidez rítmica) a lo largo de su carrera, pero los libros de historia se siguen acordando, en el lugar más distinguido, de La fiera de mi niña por diversas razones de peso: la espléndida química de su pareja protagonista, a la que veríamos en tres títulos más; el trasfondo romántico de la trama, y, sobre todo, la espectacular interpretación de una Katherine Hepburn empeñada, junto a un leopardo juguetón, en sorprender al mundo con su arrolladora vis cómica.


OPERACIÓN GAG
Katharine Hepburn llegó a La fiera de mi niña sin experiencia cómica. Nunca había hecho reir al público. Para asegurarse de que no hubiese contratiempos, Howard Hawks y una serie de actores de vodevil contratados para ello se encargaron de entrenarla para que coordinara mejor los gags.

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