jueves, 15 de agosto de 2013

PERSONAJES: Roger Thornhill

"Creo que es un guión espantoso, pues hemos rodado el primer tercio del film, ocurren toda clase de cosas y no comprendo en absoluto de qué se trata", le soltó Cary Grant al mago del suspense en plena realización de Con la muerte en los talones (North by Northwest, 1959), película que sellaba, después de Sospecha (Suspicion, 1941), Encadenados (Notorius, 1946) y Atrapa a un ladrón (To Catch a Thief, 1955), la colaboración entre el actor de elegancia infinita y el director que se aprestaba a cambiar de tercio con Psicosis (Psycho, 1960). Es fácil imaginar a Alfred Hitchcock estremecerse de placer ante la contrariada queja de su cómplice favorito. Había descartado a James Stewart para el papel de Roger Thornhill por considerar muy acertadamente que tan solo Grant podía aportar ese indefinible toque cómico -como de perpetua perplejidad- necesario para dibujar en la pantalla a su enésimo falso culpable, un publicista perseguido tanto por la policía como por dos villanos de lujo (James Mason y Martin Landau) a lo largo de una trepidante trama en la que se ve constantemente superado por los acontecimientos. Cary Grant fue la mejor elección posible para equilibrar una deliciosa parodia de cine de espionaje a la que no le falta ni ritmo, ni emoción, ni variedad de escenarios. Como James Bond, Grant seguía tocado por el don de la eterna juventud. Tenía entonces 54 años. Jessie Royce, su desconfiada madre en el film, era diez meses más joven que él.


FUMIGAR LA NADA
Junto a la ducha de Psicosis, el momento en el que Cary Grant es perseguido y agredido por una avioneta fumigadora ha pasado a la historia como uno de los más antológicos del cine de Hitchcock. En El sueño de Arizona (Arizona Dream, Emir Kusturica, 1993), Vincent Gallo lleva a cabo una memorable imitación-homenaje de dicha escena.

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