viernes, 16 de agosto de 2013

PERSONAJES: Sra. Danvers

Han existido pocas encarnaciones de la maldad tan inquietantes y fascinantes como la Sra. Danvers de Rebeca (Alfred Hitchcock, 1940). Fue interpretada por Judith Anderson, gran dama de los escenarios de Broadway cuya carrera fílmica quedaría marcada por la sublime encarnación de la más maquiavélica y espectral ama de llaves de la historia del cine. Con su poderosa presencia, Anderson compuso a través de la Sra. Danvers un monumento expresivo a esa fuerza intangible que es la obsesión, una fascinación enfermiza por la antigua señora de la mansión Manderlay, la primera Sra. de Winter (la Rebeca del título), en la que muchos han querido ver referencias encubiertas a un amor lésbico, maquillado para superar la censura imperante de la época.

Anderson recibió una nominación al Oscar a la mejor actriz secundaria, mientras que el film se alzaba con el premio a la mejor película, que iría a parar a las vitrinas del eminente David O'Selznick. Aun así, Rebeca, basada en una novela gótica de Daphne Du Maurier, le provocaría más de un dolor de cabeza al productor, sobre todo por parte de un Alfred Hitchcock recién llegado a Hollywood que se resistía a someterse al férreo control que ejercía O'Selznick sobre sus producciones. Finalmente, la película resultó un gran logro artístico, que regaló al cine un icono irrepetible, la Sra. Danvers, la viva imagen de cómo la sombra de la muerte puede trastornar el mundo de los vivos.


LOS FANTASMAS FLOTAN
En la película, casi nunca se ve andar a la Sra. Danvers, siempre parece deslizarse o flotar. Hitchcock quería que el público la percibiera desde el punto de vista de Joan Fontaine, y dicho efecto encajaba con el miedo a que la Sra. Danvers se le apareciese en cualquier momento de forma inesperada.

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